La agencia de rating Standard & Poor’s ha cumplido las amenazas realizadas a EE.UU. y al final la economía norteamericana ha visto rebajada la calificación de su deuda, por primera vez en los últimos setenta años.
La medida histórica ha hecho que la deuda estadounidense pase de ser considerada como “AAA+” a “AA+” y se enfrenta a la posibilidad de otra rebaja en el plazo de 12 a 18 meses, si no se acomete una reforma fiscal dura.
Por primera vez, el gigante americano abandona la sala de los países con mayor fiabilidad para el inversor, que ocupaba junto a economías como la alemana o la francesa; y se acerca al grupo de Japón, China y España y eso a pesar de que cuando nuestro país vió cómo se rebajaba su calificación a AA+, el nivel de endeudamiento de España era la mitad del que presenta EE.UU.
Como detonante para la rebaja, S&P ha esgrimido la tibia política fiscal del gobierno norteamericano y también la inestabilidad política que se desprende del trabajo que ha costado poner de acuerdo a demócratas y republicanos para tomar medidas durante la pasada semana.
A los americanos el tirón de orejas no les ha sentado nada bien y para Barak Obama la medida es totalmente injustificada. El Tesoro de EE.UU. ha acusado a la agencia de cometer un error de cálculo que cifra en casi dos billones de dólares.
Por ahora Moody’s ha decidido por el momento mantener su nota y Fitch deberá pronunciarse a finales de agosto. No obstante, esta decisión ha contribuido a enrarecer aún más el ambiente de Washington, donde se culpa a las agencias de haber alimentado la catástrofe financiera actual.