La economía española está sufriendo como no lo había hecho desde la adopción del euro. La prima de riesgo alcanzó ayer los 423 puntos y sólo la intervención del Banco Central Europeo ha conseguido enfriar nuestra economía y bajar la cifra hasta los 400 puntos básicos.
Es indudable que todos los movimientos desafortunados que acontecen en los países de la eurozona acaban propinando un zarpazo a España y los inversores castigan con sus dudas que, en general, tienen el foco real en otro estado.
Es el caso ahora de Italia, donde aún nadie ha dado explicaciones de qué está ocurriendo, más allá de la inestabilidad política que se saldará, por el momento, con la dimisión de Silvio Berlusconi. Pero, ¿qué ha estado ocurriendo realmente?
Las cifras de la economía italiana en los últimos días ha ido mucho más allá de lo razonablemente aceptado para otros países, como el caso de Irlanda o Grecia. En el caso de los helenos no se ha dudado en achacar sus problemas a un falseamiento de las cuentas para conseguir engancharse al tren del euro y no quedar marginados. ¿Ocurrió lo mismo con Italia? ¿Cuántos países han llegado a la Europa sin fronteras sin falsear datos? ¿Hasta qué punto estos números eran desconocidos para Alemania y Francia y, si los conocían… qué intereses tenían en que aún así se siguiera adelante?
Merkel ya ha tenido que salir a desmentir que su intención, junto con su homónimo galo, sea la de encabezar una Eurozona de primera clase, mientras se condena al lodo a los países “pobres” de la Unión Europea.
Sin embargo, las palabras de la canciller alemana no han devuelto la confianza al resto de naciones de la U.E. ¿Por qué será?