Hay que cuidarse de gobernar para las agencias. Los últimos meses han insistido en la deuda pública y los planes de austeridad para Europa. Sin embargo hoy comienzan a enfatizar la falta de inversión fiscal y el estímulo al crecimiento. Es lógico, siempre lo ha sido; pero las agencias son instituciones veleidosas, cambian de intereses y cambian de opinión. Hoy presionan injustificadamente a Francia, antes calificaron con la máxima calificación a la banca islandesa, justo la semana anterior a su desplome. La presión a Francia se explica más por el cariño a la banca inglesa, que se quedó fuera del acuerdo de regulación europeo, que por los índices franceses.
Hay que tomar en cuenta que estas agencias tienen un status bastante particular. No son organismos internacionales; sino entidades privadas que además financian sus estudios y evaluaciones a través de los mismos sujetos de estudio que quieren evaluar. No se puede gobernar de cara a las agencias, sus propuestas están demasiado intervenidas por los intereses de los diversos mercados.
Hoy no se equivocan al enfatizar el problema del crecimiento; sin embargo, pueden mudar de opinión fácilmente, y se requieren políticas económicas estables que no sólo respondan a las contingencias de la semana. La política económica no es la bolsa. Esto demuestra, además, la necesidad de que existan procesos y organismos de calificación oficiales.