La agencia de calificación Standard & Poor’s Ratings no ha dudado ni un segundo en admitir claramente que el informe que ha emitido amenazando con rebajar la calificación de toda la zona euro, pretende influir sobre las decisiones que se adopten en la Cumbre Europea que se celebrará los próximos 8 y 9 de diciembre.
Sin ápice de escrúpulos, la medida de S&P deja al descubierto lo que tantos economistas venían avisando desde hace tiempo, las ingerencias de los mercados como únicos y absolutos amos de la economía mundial. De hecho, aquellas mismas agencias que no vieron o no quisieron ver el estallido de la burbuja de las hipotecas basura, son sin embargo las que ahora sacan pecho para marcar el ritmo al que deben bailar los líderes europeos.
Y lo peor de todo es que, a pesar de los pesares, algunas de las descaradas razones en las que se basan para amenazar con bajar las calificaciones hasta en un 50%, son lamentable y bochornosamente ciertas. Entre ellas no escatima en claridad a la hora de evidenciar, simple y llanamente, la falta de credibilidad de la clase política europea, y en especial los líderes de las naciones, para gestionar la crisis de la deuda; la escasez de confianza que ello ha provocado en los inversores; y la inutilidad de las medidas de austeridad llevadas a cabo.
Por ello, Standard & Poor’s ha anunciado su ‘Gran Hermano’ sobre Europa, con una vigilancia que al final del camino sólo tiene una amenaza: O Merkezy y el resto de los países hacen lo que se les pide o incluso los grandes de la UE -Austria, Bélgica, Finlandia, Luxemburgo, Francia y Alemania- verían rebajada su nota.
Este hecho supondría la pérdida de la tan supervalorada triple AAA de las agencias que no dudaron en conceder esa misma calificación que ahora niegan a la Eurozona, a aquellos paquetes de hipotecas basura. Lo malo es que la amenaza surtirá efecto, con una canciller alemana que ha pensado más en sus propios intereses políticos que en el bienestar de un grupo que tiene a su país como cabecera y locomotora.
Francia también puede tomar de su propia medicina, que le ha llevado al más absoluto servilismo frente a Angela Merkel. Y España… bueno eso es otro cantar, porque Rajoy se comporta como si nuestro país también fuese a perder la triple AAA y no duda en mostrar su deseo de inclinarse ante las autoritarias medidas de la líder alemana.
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