El que fuera ministro de Economía en la era Aznar, Rodrigo Rato, ha dejado su puesto vacante en Bankia, al dimitir antes de lo previsto dejando sobre la mesa todas las dudas suscitadas por su gran exposición al ladrillo. Rato aseguraba que podría gestionar este problema de una manera independiente, pero la deuda asciende ya a 37.500 millones de euros, y el Gobierno, junto al Banco de España, está dando los últimos detalles a un plan de saneamiento, que incluye la inyección de 7.000 millones de euros de capital público.
En su tiempo, la entidad remitió un informe al Banco de España comprometiéndose a sanear en los 5.070 millones de euros que el Gobierno le exige en provisiones y capital. De esta manera, cumpliría con sus propios medios con sus objetivos – sin ayudas públicas – y fue una medida aceptada por el organismo de Miguel Ángel Fernández Ordóñez.
Entre los años 1996 y 2004, Rodrigo Rato vivió un tiempo de éxito gracias a que logró sacar a España de la crisis económica en la que estaba el país. Sus acciones no fueron otras que introducir a España en el euro y conseguir, además, unos crecimientos del 3% anuales. Esta recuperación, sin embargo, ya se ha constatado que estaba basada en la burbuja inmobiliaria, la misma que estalló hace años y nos mantiene aun en recesión.
El ladrillo ha lastrado la economía y la buena salud de Bankia. Desde ahora, la entidad requiere de un directivo, aunque el mismo Rato ha propuesto ya el nombre de José Ignacio Goirigolzarri, ex consejero delegado del BBVA.
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