El IPC español se encuentra, con datos actualizados, al .0,1% interanual, una bajada de precios que no se producía en España desde hace cuatro años, lo que vuelve a poner de actualidad el riesgo de una deflación en nuestra economía.
La deflación es una situación que suele darse en los momentos de crisis económica y supone un peligro muy temido en situaciones de recesión como la que acaba de terminar en nuestro país.
Hasta el momento, España ha evitado la deflación por dos razones principales:
- La deflación, o bajada de precios, debe ser persistente y continua.
- Nuestra economía ha salido de la recesión, pero la recuperación económica está lejos de ser efectiva, ya que en el tercer trimestre del año únicamente hemos crecido un 0,1%.
El propio INE no considera que exista deflación hasta que no haya “seis meses consecutivos con tasas negativas de la inflación subyacente“.
El riesgo está ahí e incluso el BCE ha afirmado repetidamente que supervisará la evolución de los precios en España.
El comportamiento de la deflación es simple: Al caer los precios, las empresas obtienen menos beneficios. A esto se une que los costes fijos de la producción siguen siendo los mismos, por lo que las empresas, para evitar perdidas, invierten menos y recortan plantillas, por lo que aumenta el desempleo. Los trabajadores se reducen, los ingresos familiares también, produciéndose el descenso de la demanda interna.
Todo esto lleva a que las familias y las empresas gasten menos, las deudas del conjunto de los actores económicos aumentan en relación con el descenso de los salarios y el sistema financiero del país puede colapsarse.