Cuando el pasado jueves Mario Draghi explicaba en rueda de prensa las nuevas medidas del BCE, el gobierno alemán torcía el gesto y comenzaba los trámites para solicitar un encuentro.
La reunión se está celebrando esta mañana en la sede de la cancillería en Berlín y en ella Angela Merkel expresará a Draghi sus dudas sobre la idoneidad de las decisiones adoptadas por el Banco Central Europeo.
Hasta el momento, ningún portavoz del ejecutivo germano ha querido valorar la intención del BCE de cobrar a las entidades financieras por guardarles su dinero, afirmando únicamente que el BCE es una entidad independiente y que la canciller se da por enterada.
Pero Morbert Barthle, portavoz del partido de Angela Merkel, la Unión Cristianodemócrata, ha ido más allá y ha señalado que “en general no podemos decir que estemos muy satisfechos con estas medidas. Para la economía alemana, que al contrario que muchas otras está desarrollándose de forma positiva, estas medidas no solo no eran necesarias sino que además no van con nuestro sentido”.
Además, desde el ministerio de Finanzas alemán se ha dejado caer que la implantación de los intereses negativos no tendrán un reflejo inmediato en la economía real, ya que los bancos se pensarán muy mucho a prestar dinero a aquellos que quizá no pueden devolverlo, especialmente en los países periféricos que más problemas económicos atraviesan.
Angela Merkel está preocupada también por las pérdidas económicas que tendrán los ahorradores alemanes, ya que con las nuevas medidas aprobadas se calcula que estas pérdidas serán de 15 millones de euros al año.
También se critica al BCE, y sobre a su presidente Mario Draghi, desde la prensa alemana, en concreto el Frankfurter Allgemeine Zeitung, por lo que se considera una extralimitación de las competencias que tiene la institución que dirige, al tomar decisiones que se consideran más políticas que monetarias.
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