Cientos de miles de manifestantes han tomado el relevo del 15M y las calles este domingo para mostrar su rechazo por el llamado “Pacto por el Euro”, con el que las principales potencias de la Unión Europea pretenden “corregir” las deficiencias de la economía comunitaria y fortalecer las arcas de los socios más débiles. De esta manera evitarían que en un futuro se pudiesen repetir períodos tan críticos como el que ahora atravesamos.
Este pacto se dio a conocer en marzo y acabará firmándose el próximo 27 de junio en Bruselas. Los manifestantes han entendido que este pacto no es más que uno de los mayores recortes al Estado de Bienestar y a los derechos conseguidos a lo largo de siglos de lucha por las libertades individuales y de los trabajadores.
Los países de la Eurozona deberán hacer sus propios deberes de manera individual y dar cuenta de los resultados a sus socios cada mes de abril. El pacto, también llamado “de competitividad”, incluye el abaratamiento de los despidos, la rebaja de los salarios y ligar estos a la productividad, reducir el gasto público, alargar la edad de jubilación… incluso la privatización de sectores públicos como la sanidad o la educación, se están viendo sobre la cuerda floja.
Los países más débiles, económicamente hablando, de la UE –entre ellos España– se ven “obligados” a firmar este acuerdo casi impuesto por la mandataria alemana, Angela Merkel, a cambio de no dejarles naufragar en esta crisis.
Para los “indignados” ha sido razón más que suficiente para salir a la calle, con manifestaciones cívicas y pacíficas y que registran el mayor índice de participación desde hace mucho tiempo.
Los organizadores del 19-J se encuentran ya estructurando todos los preparativos para una huelga general contra un sistema de mercados que para superar una crisis, producida por burbujas, especulaciones, corrupción y fallos de una práctica financiera, pretende salir de la situación perpetuando de manera renovada, a costa del sacrificio de los más débiles, el poder del más fuerte.