Un mapa asolado por la marea azul de las gaviotas y completamente teñido del color de la calva de Papá Pitufo. El sueño de Pitufina hecho realidad, todo un camino de baldosas azules que conduce no sólo a la Moncloa, sino también hasta el palacete de la lideresa Aguirre, donde uno puede estar a salvo de “pendencieros” indignados. Un azul profundo de un mar que puede transformarse en tenebroso, como las largas y negras vestiduras de Gargamel o los trajes a medida de los consejeros de Murdoch… Pitufilandia en su versión más gore, con el hemiciclo tomado por las hordas del PP y la niña de Rajoy poseída por el espíritu de Manuel Fraga, no porque haya muerto, sino porque ha abandonado la política, claro.
Esa es la radiografía que el CIS ha plantado de la nueva España, la España que se conocerá al día siguiente del 20-N, como si fuera un homenaje de aniversario a difuntos que algunos pretendíamos olvidar y que otros, más ingenuos, creían olvidados.
La derechona ha reaccionado vociferando que la encuesta está trucada y que sólo pretende dar pena para que voten al PSOE. No lo sé y ya ni siquiera me importa. Eso sí, si hay que dar pena, que se dé, porque sí, ¡que viene la derecha!
¿Parece un discurso facilón y muy socialista? Puede, pero yo no voy a defender al PSOE, muy al contrario. Si esto ocurre es, maldita la gracia, por culpa de ellos. Tampoco voy a insistir en que se vote a una formación en concreto, ya desisto.
Eso sí, tengo bien claro que este país no se divide en dos, como pretenden. Lo de “capullos” o “pitufos” sí que huele a chamusquina. A estas elecciones concurren muchas otras formaciones y entre ellas un buen ramillete de partidos que se afanan por librarse del anonimato al que los obligan los medios de comunicación, manejados por los mismos que gobiernan hoy o los que se sienten gobernantes del mañana.
Y en ese bouquet de posibles representantes del pueblo, existen personas que podrían hacer alarde (y a mucha honra, por cierto) de que no todos los políticos son iguales, pero para eso deberíamos darles la oportunidad de demostrarlo. De demostrar que no es necesario recortar el salario de los más débiles, ni exiliar a los gays y las lesbianas que se casaron, ni dejarnos sin Seguridad Social, sin pensiones, sin Educación para nuestros hijos. Que el paisaje es paisaje y no un plano para llenarlo de ladrillos. Que Londres está para ir de turismo y no a abortar con las pelas de papi. Que la religión es una opción, tan personal como un corte de pelo. Que el “moro” no es el malo de esta película y que el imperialismo sigue siendo el imperialismo. Que las cunetas no están para ocultar cadáveres y que la memoria no puede ser selectiva según el tipo de muertos. Que Botín no es el diminutivo de bota y que los banqueros en este país lloran y maman… y tantos y tantos “ques”, que cada uno es libre de añadir cuantos quiera.
No sé si el CIS ha exagerado, pero por si las moscas, vayan a votar, que hasta Papá Pitufo vestía pantalones rojos y no creo que a ninguno nos guste que nos recorten nuestros derechos.