El acuerdo entre demócratas y republicanos ha evitado, por el momento, que el Gobierno de los Estados Unidos se vea obligado a un cierre parcial por falta de posibles. La realidad es que este pacto bipartidista ha impedido el cerrojazo sobre la gobernabilidad del país, pero no es la panacea ni servirá por mucho tiempo. Muy al contrario, el acuerdo alcanzado por las dos formaciones políticas sólo será un parche si no se encuentran recursos más sólidos.
A pesar de que las agencias de rating norteamericanas sólo están lanzando obuses contra la economía del otro lado del charco, lo cierto es que el gigante americano no luce su mejor cara, a pesar de la callada de S&P, Fitch o Moody’s, muy culpables de la actual crisis mundial y absolutamente empeñadas en presionar a Europa hasta la extenuación.
Pero la Administración norteamericana ha necesitado que el Congreso haya consentido en la aprobación de un proyecto de ley, por valor de un billón de dólares que ha salvado, casi en pleno estertor, a los organismos burocráticos que mantienen en marcha el país. Ese sector público veía peligrar su continuidad por falta de dinero, aunque de todos modos el acuerdo entre republicanos y el partido del presidente Obama sólo garantiza los pagos hasta septiembre del próximo año.
Son acuerdos cogidos con pinzas, como el de extender las rebajas de las retenciones fiscales salariales por… un par de meses más. No es que esté mal que se lleven a cabo acuerdos temporales y tampoco es la primera vez que el Gobierno de EE.UU. sale adelante con este tipo de medidas. ¿Pero por qué desde EE.UU. se le exigen otras formas de operar a Europa?
La situación para los norteamericanos no pasa tampoco por su mejor momento. De hecho, si ese acuerdo de dos meses no se ve ampliado, los asalariados del país verían incrementar sus impuestos en nómina una media de 1.000 dólares y no son pocos los analistas que ven que ese “simple” hecho, contraería el consumo y ello podría quebrar el debilitadísimo crecimiento norteamericano.
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