Se abrió la veda. El juez instructor, José Castro, ha levantado el secreto de sumario de la “operación Babel” y lo que ha quedado, de momento, es una citación a declarar como acusado para el Duque de Palma, yerno del Rey Juan Carlos I de España, cuñado del Príncipe de Asturias, marido de la séptima aspirante en la línea de sucesión al trono y padre de cuatro Grandes de España.
La citación no es para interesarse por su salud y la de su señora, sino para que de cuenta sobre una caterva de delitos, que supuestamente cometió don Iñaki, mientras permaneció al frente del Instituto Nóos. A saber: Tráfico de influencias, fraude a la Administración, prevaricación, malversación de fondos públicos, evasión fiscal y blanqueo de dinero… Hasta 8 años de cárcel y un magnífico curriculum para un miembro de la Familia Real española.
Cuando se ha hecho pública la noticia, Iñaki Urdangarín se encontraba en la noble tarea de esquiar junto a su infanta esposa y los hijos de ambos, con una honda preocupación como resulta lógico suponer, por lo que pueda poner en los más de 2.500 folios que se derivan de la investigación sobre el caso Palma Arena y entre cuyos implicados se encuentra él mismo y su socio Diego Torres, quienes por pura deducción y de ser ciertos los hechos que se les imputa, debían mantener a la pobre infanta en la más absoluta ignorancia, ya que su nombre no ha sido relacionado en ningún momento, a pesar de que ella también era socia en más de una de las organizaciones investigadas.
El Duque tendrá que aclarar algunos temillas relacionados con todo un negocio societario montado para desviar partidas de dinero público balear y valenciano a las arcas de sus empresas privadas y de allí en viajes fiscales paradisíacos a destinos monetarios tan de “mafia hollywoodiense” como Belice, no llego a saber si también a las Caimán y aún quedaría más tipo Bruce Willis. A todo esto la Infanta, por lo visto, seguía sin olerlo… ya se sabe, las alergias estacionales son muy traicioneras.
La Casa del Rey tampoco se ha coscado de nada y eso también preocupa, porque al fin y al cabo son unos 500 empleados que se llevan toda la tajada de los casi 8,5 millones de euros que nos cuesta al año el real presupuesto y no puedo creer que el monarca no tenga investigadores y cosas de esas… ¿o es que todo el dinero se les va en jardineros? Eso sí, se ha apresurado a realizar unas declaraciones muy suculentas: “absoluto respeto a la actuación de los jueces”… Pues sólo nos quedaba que tampoco los respetaran.
Quizá todo esto quede en nada, por aquello de la presunción de inocencia, no se diga… pero los del museo de cera podrían encargar tela a rayas para los carnavales.
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