La canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Nicolás Sarkozy ya han dejado claras sus intenciones y entre ellas figura un nuevo tratado para la Unión Europea, aunque en ella no se integren los 27 miembros. El nuevo convenio configuraría una Eurozona de primera clase que comenzaría su andadura a partir de marzo de 2012.
La reforma del tratado viene cargada de “buenas intenciones” y entre ellas figura la de multar a los países que no cumplan con el déficit marcado y los niveles de deuda pactados. Las sanciones se realizarían de manera automática y supondría el cumplimiento del Pacto de Estabilidad, como método para restablecer la confianza de los mercados y acabar con la crisis de la deuda.
Los “Merkezy”, como ya son conocidos ambos mandatarios en los medios económicos, han afirmado que prefieren seguir adelante con la participación de los 27 países de la U.E., pero que si alguno de ellos tiene problemas no dudarán en continuar en solitario desde el bloque de los 17 que componen la Eurozona.
En ello ha insistido una Merkel que piensa que la supervivencia del euro resulta fundamental para el futuro de Europa, a pesar de las numerosas voces que no dudan en señalarla como la culpable de que la crisis de la moneda única haya llegado tan lejos, debido sobre todo a las trabas que la canciller ha ido poniendo a lo largo del proceso de ayuda a los países que se encontraban en dificultades y propiciando el contagio del miedo a las bolsas de otros miembros del bloque europeo.
Entre las medidas a las que obligan Alemania y Francia está el que todos los países miembros deberán modificar sus Constituciones para incluir el techo de deuda, como ya hiciera España.
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