Una de las maniobras más cuestionables de la legislatura anterior fue la virtual congelación de la inversión en infraestructura pública, lo que término de liquidar a la industria de la construcción. El último gran proyecto, la M30, marcó con su finalización una caída brutal en el empleo del sector.
Ahora la ministra Pastor tiene la oportunidad de revisar las prioridades en términos de inversión pública; pues evidentemente retomar un plan equilibrado de inversión, es necesario tanto para las infraestructuras del país, como para la reactivación económica general.
Es necesario, en todo caso no caer en la fórmula excesiva de la licitación con financiamiento privado; pues a la larga termina encareciendo fuertemente la vida de los ciudadanos. En cierto sentido, el contexto financiero no permite demasiados financiamientos privados; pero también es cierto que se trata de una de las fórmulas mas queridas por los planificadores liberales.
De este modo, la inversión pública debe ser uno de los pilares fundamentales de la planificación económica de la nueva legislatura. Sin embargo, la Ministra Pastor, que ha mostrado al menos intenciones sensatas al respecto, puede toparse con el exceso de protagonismo del Presidente del Gobierno que se ha reservado la última palabra en las decisiones económicas. Y como es de conocimiento público se muestra más bien reacio a la inversión.