Como ya se había prometido en días pasados, la Casa del Rey ha hecho públicas las cuentas del monarca y los periódicos e informativos nos han inundado con artículos y opiniones acerca del desglose de las cifras monárquicas. Existen criterios para todos los gustos, sobre todo porque en más de 30 años es la primera vez que esas cuentas se hacen públicas, aunque en todo momento han sido muchas las voces que han exigido saber en qué gastaban los monarcas y allegados, los casi 8 millones y medio de euros que costeamos cada año entre todos los españoles.
Lo que más podría chocar en esa detallada, aunque mejor sería tildarla de escueta y somera, relación de gastos es a bote pronto, algo que nada tiene que ver con las cuentas de Juan Carlos I y Cía. Lo que de verdad puede producir perplejidad es la forma en la que la prensa y servicios informativos de este país, en general, han tratado la noticia.
Tal vez por falta de costumbre, ya que hasta ahora que empiezan a alzarse tímidas vocecillas, a raíz del caso Palma Arena y la posible vinculación de Iñaki Urdangarín, apenas si hemos preguntado al rey ni la hora; o tal vez sea porque en esta España nuestra lo de la inviolabilidad del Jefe del Estado lo cubre todo, incluso para los periodistas, a quienes se nos supone el deber y la obligación de inquirir e indagar hasta conseguir ofrecer las verdades descarnadas; lo cierto es que parece que todos nos hemos conformado con lo que nos han querido decir y que además ahora esperamos a ver quién es el guapo que alza la voz en medio de tanta cifra… ridícula.
El caso es que el “pobre” rey tiene un sueldo muchísimo más pequeño que el de muchos banqueros, de esos de los que se codeará con alguno. Que de los menos de 300.000 euros que recibe al año, ni siquiera 50 kilos de las antiguas pesetas, más de la mitad se le va en gastos de representación. Que después de tributar el 40% de IRPF, ya me dirán ustedes si sale rentable ser rey, aguantar a esos yernos y encima soportar las maliciosas y torticeras intenciones de izquierdosos, republicanos, parados, pobres y gente de mal vivir.
Pero… ¿y la pobre reina, que ni siquiera tiene sueldo?… ¡Cómo se enteren los del Bildelberg, a ver cuándo va a poder comer gambas!
En serio que, por un momento, pensé que la noticia de las cuentas del rey era la inocentada del día de hoy.
Imagen: manucuen