La “apertura” del franquismo se retrataba con aquella frase de “España es diferente” y nuestras folclóricas y folclóricos, españoleaban a más no poder dividiendo su tiempo entre buscar el carro, anunciar el Fundador, que por cierto era cosa de hombres, perseguir suecas por las playas de Torremolinos e ignorar, como si no existieran, a los miles de emigrantes que reforzaban la economía nacional con sus envíos de dinero desde Francia, Alemania, Bélgica…
Hombre, han pasado unos cuantos años, eso sí, pero nos encontramos en un punto un tanto extraño, como en un bucle espacio-temporal, que diría una amiga, a lo Regreso al Futuro, pero al revés. Algunas cosas recuerdan, descorazonadamente a aquella España de don Paco. No sé, por poner algún ejemplo tonto, se cortan las calles de la capital para oficiar una homilia obispal por la familia, eso sí, no valen las formadas por pervertidos y desvidadas que se babosean con gente de su mismo sexo; ni abortistas mataniños, con lo elegante que queda ir de compras a Londres.
También se me ocurre aquello de que se homenajee a los fieles al régimen, como don Manuel, a quien la Justicia argentina investiga por unos asuntillos que podrían estar relacionados con “crímenes de lesa humanidad”, aquí se le ponen calles y algún expresidente del Congreso, un tanto “descolocado”, le glosa su admiración por patriota y buena persona.
Los banqueros viven como dios, que se lo digan a Rato, mientras los españolitos son corridos a gorrazos, como entonces por los grises, por protestar y además les embargan sus “pisitos” y se les envía a compartir con otras unidades familiares el mismo techo. Así los abuelos albergan y cobijan a hijos, nueras y nietos y entroncamos con el amor a la familia, obligadas a estar más unidas de lo que incluso desean los obispos de palio de la homilia del principio del artículo.
Es la España de Rajoy, un gallego como el otro (otra coincidencia, porque mira que los gallegos son buena gente y van y se les hacen famosos estos dos figuras), para qué van a dedicar dinero al desarrollo y a la investigación y a la educación y a la sanidad y a esas tonterías que sólo piden los “rojos” y “masones”, con lo sano que es vivir en el campo, vendimiar y atender a la autoridad con respeto en el Casino.
Ay, si aquel gallego levantara la cabeza… se sentiría como en casa.
Imagen: Publico