Las elecciones francesas se acercan, Sarkozy aún no ha anunciado su posición frente a ellas, aunque participa en lo que se podría considerar una “precampaña”. Además existen serias probabilidades que la coalición del francés pierda las próximas elecciones; pues los sondeos muestran cada vez un menor respaldo a la labor del gobernante.
Por otra parte, la Alemania de Merkel tiene algo más de un año de vida, y los analistas hablan ya de un posible resurgimiento de los socialdemócratas alemanes, especialmente luego del aumento explosivo en términos electorales, del partido verde, y de los acuerdos políticos de éstos con los socialdemócratas, acuerdos que hasta hace poco se veían lejanos y difíciles.
En términos económicos esto es de la mayor importancia. En Primer lugar, porque el cambio de mando francés bien podría anular el eje franco alemán de los últimos tiempos, que ha corrido tras la imagen de una “Europa liberal” y que ha asumido la crisis como elemento de legitimación para el plan privatizador y de recortes. Ahora bien, esto podría frenar la llegada de esa otra Europa; pero también podría inmovilizar a la zona euro, respecto a la crisis. Se trata de un asunto complejo. La “Europa liberal” sueño de los especuladores y de los grandes capitales, y funeral de las clases medias, podría no alcanzar a instalarse del todo. Pero también es cierto que el eje franco alemán ha entregado cierta estabilidad y que de romperse puede complicar aun más las cosas.
Además, o una vez más, España correrá a destiempo, si la centroizquierda vuelve a dirigir Europa, entonces a Rajoy le quedan sólo unos meses para sentarse a la mesa con sus amigos del norte.