Empezamos a ver cómo los grandes se desmoronan. No son buenas noticias, ni muchísimo menos. Aunque no se compartan las ideas neoliberales, cuando no neonazis, de muchos integrantes de partidos conservadores europeos, la desintegración del estado de bienestar, la desaparición de los beneficios sociales conseguidos a lo largo de siglos de lucha y el menoscabo de lo público sólo pueden producir tristeza a cualquiera con dos dedos de frente. Sobre todo porque cuando los grandes se caen… los pequeños ya llevan años aplastados.
Ahora es la segunda economía de la Unión Europea, Francia, quien empieza a reestructurarse en medio de la locura desatada tras la pérdida de su triple A. No, no es nuevo, ni acaba de ocurrir. Al igual que en España los medios de comunicación no cuentan todo lo que ocurre, no crean que en el resto de Europa ocurre algo distinto.
Llevo año y medio residiendo en Francia y las cosas en el país galo, sin llegar al dramatismo de España y, por supuesto, bastante lejos de la situación italiana, portuguesa o griega, ha ido deteriorándose a pasos agigantados. Los franceses no están nada contentos con su Gobierno y mucho menos con su presidente. El paro ha ido escalando posiciones y aumentando hasta cifras que comienzan a ser alarmantes y los galos ya han protagonizado más de una jornada de protesta.
Sin embargo, es difícil encontrar esas noticias en la prensa del país vecino… tampoco se ofrecen en la española. ¿Por qué no les interesa a los líderes europeos que se sepa lo que realmente ocurre en los diferentes estados de la Eurozona? Hagan sus propias reflexiones. Es el momento de pensar, que para algo nos han dado la cabeza y llevamos demasiado tiempo sin usarla. Así nos va.
Sarkozy, la media naranja de Merkel, sube impuestos, congela los sueldos y da luz verde para que se les aumente la jornada laboral a los trabajadores a cambio de nada porque… ¿por qué? ¿no les intriga?
Imagen: Telecinco