El faro de la Moncloa da señales erráticas. El gobierno ha declarado que las autonomías tendrán un máximo de gastos; pero que podrán decidir en qué se gastan determinadas partidas del presupuesto.
Se trata de una declaración compleja sobre una medida esperable. La medida no es una gran sorpresa, ni tampoco es demasiado discutible que sea una medida sana. Además las autonomías podían haber sospechado que este sería el escenario, y también que lo más lógico en tal escenario era que las partidas tuvieran una injerencia mayor de las autonomías, es decir, que cada cual manejara su presupuesto dentro del tope. Todo lo anterior se encuentra dentro de las posibilidades razonables de recorte actual.
Sin embargo, lo que no es tan inteligente desde una perspectiva política es anunciar que habrá un techo, sin aclarar cuáles serán los mecanismos para fijar ese máximo de gasto y qué nivel de participación tendrán las autonomías en fijar dicho máximo. Primero, porque la forma de fijar el máximo puede atender a diversos criterios, algunos económicos, otros sociales, y otros políticos. Lo más razonable es que se atienda a un mecanismo que integre variables de los tres tipos. Por ejemplo, no sería razonable que en el contexto actual de desempleo y crisis de consumo, sólo se fijase el máximo por un corte de producto interno bruto, o por cantidad de habitantes u otras variables absolutas en forma solitaria; pues, por ejemplo, las autonomías con menor producto interno son también las que tienen mayores problemas sociales.
Es esperable que el mecanismo tome en cuenta variables diversas; pero incluso así, no es aconsejable, estos anuncios incompletos, pues generan controversia política innecesaria. Del mismo modo, este anuncio de gasto máximo debiera complementarse con el anuncio de las medidas de apoyo para las comunidades, sobretodo en el escenario posible de que alguna no pueda cubrir deuda. Es importante que el gobierno entienda su nueva posición, es decir, la de gobernante; pues si se busca superar la crisis económica es muy importante la claridad política.