La economía de Alemania se ha contraído en el cuarto trimestre de 2011, lo que ha puesto al país de Angela Merkel al borde de la recesión en un momento crucial para la Eurozona. Los gobiernos de países de la U.E. miran hacia Alemania con la esperanza de que el gigante europeo tire del tren para remontar la crisis del euro. Ese era el plan, después de dos años de fuerte expansión económica para los germanos, el país más poderoso de Europa debía inyectar parte de su fuerza al bloque del euro.
El problema está ahora en que, a pesar de que la recesión alemana apenas si es aún un suspiro y ello no debería influir en la política del gobierno de ese estado, la canciller podría dar un giro a su economía y cortar el grifo si el asunto se volviera más severo debido al contagio por la agónica situación de los países periféricos de la U.E.
Una situación así dejaría a naciones como Grecia en una situación aún más terrible y desamparada de la que están viviendo y podría terminar como se vislumbra desde hace meses, con la decisión de Merkel de dejar que los griegos se asfixien en con su propia deuda.
Parece que nos movemos en el submundo de las hipótesis, pero hasta ahora lo único cierto es que las previsiones de los analistas y economistas menos apegados al modelo económico neoliberal, parecen ir cumpliéndose una a una. En el otro extremo, un país que no ha querido seguir el prototipo de economías como la merkeliana. Islandia, triplica su crecimiento para 2012 y demuestra que otra forma de gobernar y regir un país es posible, aunque los medios de comunicación no estén dando mucha publicidad al “milagro” islandés.