Esta sigla designa el índice de precios al consumidor y es una de las variables económicas estándar que en la actualidad se miden a nivel internacional. El objetivo del IPC, es medir el costo de la vida y los procesos inflacionarios, en la medida que afectan el consumo habitual.
Por esta razón, usualmente se habla más de las variaciones del IPC que del IPC mismo. En el caso de las variaciones usualmente se habla de porcentajes, este porcentaje reflejaría el alza de precios entre una medición y otra. En España se realizan mediciones mensuales, y además se suele calcular el IPC anual lo que sirve para diversos objetivos como el reajuste de alquiler o de salarios. Por tal razón, cuando se dice que el IPC subió en un porcentaje determinado, lo que se quiere decir, es que los productos en términos generales subieron sus precios en ese mismo porcentaje.
Por el contrario, cuando el IPC es negativo, eso reflejaría que los precios han bajado de manera general según la variación del IPC, aunque este fenómeno llamado deflación es poco frecuente y esporádico. El comportamiento general y esperable es que existe siempre un índice moderado de inflación, es decir, que los precios comúnmente suban en forma moderada.
Ahora bien, el IPC se calcula sobre una canasta de productos básicos, sobre los que se observa las variaciones de precio. Evidentemente, los detalles de estas mediciones pueden ser discutidos técnicamente, y de hecho muchos expertos critican fuertemente la construcción técnica del índice; pero también es cierto que su uso es extendido y, en términos generales, se considera un instrumento fiable y útil.