En el tema de las televisoras públicas de gestión autonómica el programa anunciado por Rajoy resulta bastante incierto. Por una parte propone una cierta federación de televisoras, que les permita generar economías de escalas y ahorrar costos. Por otra propone que se abran a la “gestión indirecta”, esto es privatizar las televisoras vía licitación de los servicios a terceros, por plazos temporales. Lo que sin duda será un buen negocio para las más grandes y probablemente un atolladero para las más pequeñas. Finalmente Rajoy reclama que las televisoras consumen más de 800 millones de euros al año en subvenciones. Sería necesario revisar el desglose de esos 800 millones; pues probablemente una gran parte de ellos no son subvenciones a las televisoras sino, apoyos a la producción y al desarrollo de contenidos, que es algo muy distinto; y equivale a recortar ayudas al cine o a cualquier otra actividad cultural.
Se trata de un tema de la mayor importancia; pues en la sociedad actual es fundamental para la convivencia democrática mantener medios de comunicación masiva de carácter público; pues en la práctica, los países que han delegado este tipo de medios terminan quedándose sólo con medios de comunicación privados, que ajustan sus parrillas programáticas según los vaivenes del mercado, y evidentemente según la línea editorial de los grupos económicos propietarios. Vale la pena revisar, la programación de la mayoría de la televisión privada española, para darse cuenta que no es un diagnóstico pesimista.
Es básico para la convivencia democrática actual, la pluralidad de canales públicos, la privatización de los mismos tiene como efecto un quiebre democrático en el acceso a la información y deja secuestrada las líneas editoriales a los intereses de los grupos económicos.