Los griegos han tomado las calles. Más de 100.000 manifestantes han salido a protestar por los duros recortes y las terribles condiciones que deberán afrontar si sus tecnócratas deciden acatar las exigencias de la troika. Esas condiciones son las que se discuten en este mismo momento en el Parlamento griego y en sus inmediaciones se vive un verdadero ambiente bélico, en el que el pueblo lucha por sacar la cabeza y respirar antes de que Europa se la pise.
BCE, FMI y UE son las siglas de los tres organismos que hoy mantienen a los ciudadanos helenos en pie de guerra, ante la impotencia que supone que, tras los terribles momentos económicos a los que les han llevado los atroces años de recesión y las calamidades a las que se han visto abocados para que la Eurozona les ayudara, hoy de nuevo vean los pocos derechos que les quedan pendientes de mucho menos que un hilo.
Sus políticos discuten, bajo la presión del primer ministro griego, Lukas Papadimos, quien no ha dudado en enfrentarse a los griegos con una terrible sentencia que les obliga a elegir entre el rescate o el caos y la explosión social. Con ello el tecnócrata, a las órdenes de una Eurozona que se reducen en la realidad a las voluntades de Alemania y Francia, pretende controlar la ola de rebelión que empieza a extenderse entre los propios parlamentarios.
Sin embargo, Europa y FMI condicionan el segundo rescate a Grecia con medidas descabelladas que sólo podrían ser sostenidas a cambio de que sus habitantes campen en las condiciones más miserables que jamás pudieran haberse imaginado para un socio comunitario. De hecho el hambre ya cabalga por los colegios griegos y los ciudadanos parecen no tener ya mucho que perder.
Así las calles de Atenas viven a estas horas momentos de durísimos enfrentamientos entre antidisturbios y manifestantes. Incendios, gases lacrimógenes, piedras, cócteles molotov, heridos… La violencia ha estallado en nuestra propia casa. El pueblo griego está clamando y no les estamos oyendo.
Imagen: Público.es