La Casa Real ha expresado su malestar por la duración del interrogatorio a Iñaki Urdangarín, según ha explicado el diario Público, donde se afirmaba que fuentes de la Institución habían manifestado la irritación. Según parece, a la Casa del Rey le ha jorobado la cantidad de tiempo que el juez está empleando en formular preguntas al Duque de Palma; y yo en estas cuestiones prefiero matizar, aún a riesgo de parecer boba, que la Casa del Rey es el monarca, no es que hablemos de las paredes o el techo, ni de que Zarzuela hable por sí sóla o por boca de otros… no, la Casa del Rey es a través de quien se expresa Juan Carlos I, suegro del imputado.
Hecha la aclaración tal vez sea conveniente recordar a la Casa del Rey que si Iñaki Urdangarín hubiese permitido que le grabaran su declaración, como a todo hijo de vecino, tal vez el cuestionario hubiese acabado mucho antes. Habría que informar al monarca de que en la era de la tecnología, los secretarios siguen siendo personas, por muy puntera que pueda llegar a ser la velocidad que alcancen tomando notas, velocidad que nunca llegaría a la del real Bribón y que nadie se sienta ofendido, porque me estoy refiriendo al que fuera barco de Su Majestad.
Porque aquí ha estado el quid de la cuestión, don Iñaki no ha querido que se le grabe, sin tener en cuenta que de no tener nada que ocultar poco habría importado la grabación y sí que a los españoles nos habría interesado saber de primera mano qué ha pasado con las truculentas cuentas del Caso Nóos.
Si no se graba la declaración hay que escribirla, porque todo cuanto diga debe constar en acta, que para eso la Justicia, como dice su suegro, debe ser igual para todos. No entendemos entonces la irritación real, ni que estuviera el señor en manos de una panda de torturadores o “protegido” por antidisturbios valencianos…
Imagen: La Información