Hasta el momento las políticas macroeconómicas europeas han jugado el juego de la posición en corto, con permanentes gestos hacia los mercados y anuncios que buscan mantener a los inversores y a los mercados en una suerte de permanente coqueteo. De este modo se ha hecho recurrente la expresión “tranquilizar a los mercados”. Para este juego, sirven los anuncios de rescate, los fondos especiales, la hegemonía de ciertos sectores políticos que entregan “tranquilidad”, la apariencia de cohesión interna y las reuniones de líderes europeos con acuerdos marcos y grandes anuncios. Pero cualquiera que conoce el juego sabe que apostar en corto sirve para los inversores medianos, capaces de aguantar riesgos y que comúnmente ganan en un día lo que pierden al siguiente.
Todo parece indicar que los mercados ya no reaccionan a las apuestas en corto de la Unión Europea. La presencia de Rajoy por sí misma no ha servido demasiado para estabilizar los mercados o traerle confianza a las inversiones en España. El mercado general requiere nuevamente apuestas en largo, lo que implica modificaciones a la estructura económica, más que anuncios y fondos de rescate. Es cierto que el equilibrio fiscal apunta hacia esa estructuración, aunque sólo por la vía del recorte; sería necesario, incluir el replanteamiento de los procesos de nacionalización de empresas, particularmente de ciertos sectores de la banca que han recibido innumerables recursos públicos, y a la vez, han dado pruebas suficientes de su inviabilidad institucional. Por otra parte es necesario refundar la idea de un Estado activo con los procesos de crecimiento y desarrollo, más que de un estado subsidiario de la inversión privada. En el caso de España, es urgente retomar los estímulos de investigación y generar una estructura para las empresas pequeñas y medianas, además de un sistema más amplio de protección social, ante el proceso de recesión que no será corto.