Uno de los temas que se abren al debate económico-político es el del copago sanitario. Por el momento las voces que se han pronunciado hablan de un copago en las recetas según renta, y la introducción de “mecanismos de racionalidad”, según la célebre expresión de Ana Mato. Cataluña ya ha presentado el cobro de 1 euro por receta.
El problema de esto no radica en si se cobra un 1 euro por receta o si se realizan cobros escalonados. El problema fundamental es que el copago no existe; pues la sanidad la pagan los contribuyentes, y de hecho, la pagan según ingresos; pues la pagan a través de impuestos. El llamado “copago”, en realidad es una forma de “doble pago”. Un primer pago indirecto a través de los impuestos y un segundo pago directo al solicitar la prestación.
El tema que en realidad hay de fondo es que los ingresos no son suficientes para el gasto en sanidad, la propuesta del copago implica subir ingresos y es equivalente a subir impuestos. Con la diferencia de que no se trata de un impuesto general; sino sólo a quien utiliza la prestación. Pero evidentemente esto anula cualquier criterio de redistribución social. Aunque Rajoy no lo quiera, necesita implementar un nuevo impuesto a las grandes fortunas españolas. La ecuación es simple: no hay redistribución social, hay mayor desigualdad y desintegración. La redistribución social es lo que asegura la convivencia social, esto no se va a extinguir con el pago de un euro por receta; pero si con la suma de este tipo de medidas.