En este sentido, la producción agrícola en primer lugar, y luego el sector de exportaciones fueron tradicionalmente la base de la economía española; a la que se suma tardíamente, aunque hace ya algunas décadas ciertos procesos de industrialización. Apuntar a la economía real implica justamente llevar a cabo estos procesos de industrialización, de manera que los productos ganen valor a través de su elaboración en el país. Además los actuales procesos de internacionalización y particularmente el espacio comercial de la Unión Europea, implican para España un desafío importante, en este segundo sector, ya no orientado a la producción de bienes industriales; sino a la gestión comercial.
En este sentido, la gran palanca de desarrollo económico para España y a la que deberían apuntar las reformas económicas en curso y el estímulo, es transformarse en el corredor comercial de Europa del sur, haciendo de intermediario de los procesos comerciales no sólo con Portugal; sino también con el Mediterráneo. Esto requiere el desarrollo de una serie de plataformas logísticas, de telecomunicaciones e interoperatividad; pero en cualquier caso, se trata, en términos de economía real, de uno de los pasos importantes para diversificar la economía española a largo plazo. Hasta el momento los grandes centros comerciales de Europa siguen siendo el Reino Unido, Francia, y Alemania; pero la posición geopolítica de España le entrega una oportunidad en esa materia.