Rajoy enseña los dientes y asegura que España mantendrá un 5,8% de déficit para este año y que fijar esta cifra corresponde a una decisión soberana de España. Se trata de un gesto muy poco inteligente. Por una parte es cierto que el déficit de 4,4% planteado por Bruselas es insostenible en el momento actual, al menos sin tocar la sanidad y la educación públicas. Pero también, es cierto que Bruselas se había mostrado abierta a replantear esta meta a la luz de las nuevas cifras de déficit y del cambio de tendencia general sobre el problema del estímulo a la inversión.
En este contexto, lo que correspondía en primer lugar era la negociación y la construcción de consensos; pues es cierto que esta crisis toca la estructura económica de Europa y no sólo de España y que España no está dentro de los países que puedan salir solos de la situación actual.
Sin embargo, la posición de Rajoy ha sido un golpe de autoridad y una demostración de fuerza. Es cierto que, a mucha gente, este gesto le gustará porque los gestos de autoridad suelen seducir a muchos, incluso que se consideran a sí mismos progresistas, porque ven en estos gestos valentía y aplomo y hasta una forma de “plantar cara” ante imposiciones desmedidas. Pero no hay que olvidar, que sólo puede demostrar fuerza, quien la tiene, y no es el caso de la economía española, lo demás son alaridos y alardes, un juego peligroso. No hay que olvidar tampoco que es mejor tener un gobierno serio y eficiente que uno fuerte; y siempre es mejor un gobierno que escucha a uno que da golpes de autoridad. ¿Qué pasaría si las autonomías en vez de coordinarse, deciden “plantar cara” al gobierno central? Evidentemente no es lo mismo en términos de soberanía; pero en términos de coordinación económico-política no es tan distinto.
Por el contrario, era el momento de mostrar inteligencia, sensatez política, capacidad de innovación técnica y propuestas, ante una Europa que tiene el rumbo cada vez menos claro; pero Rajoy ha reaccionado con un acto reflejo típico de la derecha más conservadora: querer mostrar autoridad. Independientemente que Bruselas ceda o no ante esta presión por los medios, no olvidará esa forma de actuar; porque en política los que olvidan, fracasan; y la actual crisis económica tiene explicaciones económicas y también políticas y requiere coordinaciones en ambos niveles.