El Papa Ratzinger viaja a Cuba y comenta, con su habitual diplomacia, que el marxismo no responde a la realidad; como si a alguien le interesara lo que el pontífice de Roma piensa de Marx o, más aún, mientras otros no se explican qué lecciones puede dar de economía un señor que se sienta sobre un trono de oro y viaja en papamóvil y hasta con chaleco antibalas…
Mientras, al sur de España, el obispo de Cádiz solicita que vuelva a implatarse el diezmo, aquella costumbre tan medieval como el derecho de pernada, que obligaba al pueblo a entregar una parte de sus salarios y pertenencias a las arcas del Estado, del malvado rey de turno o del malévolo cardenal inquisitorial que les hubiese tocado.
En tan clara intromisión de miembros de la iglesia católica en cuestiones económicas, parece de lo más justo y sensato poner en contacto al obispo gaditano con el antimarxista Benedicto. Así quizá lleguen a un acuerdo y, obviando las teorías del autor de El Capital, el cura andaluz consiga que el cura alemán suelte parte de las prendas vaticanas y diezmen los caudales de una iglesia que predica caridad y exige voto de pobreza, mientras sus feligreses mueren de hambre literalmente en muchísimos rincones del mapamundi y su máximo representante continúa luciendo capitas de armiño.
Además, habría que recordarle a obispo que su iglesia se niega a pagar el IBI, por poner un ejemplo; y al Papa que tal vez el marxismo no sea la solución, pero que él mismo puede darnos fe y nunca mejor dicho de qué significan polos opuestos como, por ejemplo, el nazismo.
La iglesia hablando de modelos sociales y de modos de entender al economía… muy instructivo.
Imagen: La Utopía es necesaria