El PIB mexicano está compuesto en casi un 90% por el sector exportador, distribuido en materias primas mineras y petrolíferas y en productos elaborados de ensamblaje electrónico y automotriz. A pesar de que las exportaciones bajaron en 2011, registró un crecimiento cercano al 4% y una situación de empleo que se acerca al pleno empleo con cifras generales bajo el 6%.
La explicación de esto está en el proceso de afianzamiento del mercado interno, que comienza a ganar participación en el crecimiento mexicano, en relación a las exportaciones. A pesar del deterioro de las exportaciones a Estados Unidos, esto implicará que México entre en una etapa expansiva con mercado interno activo. Otra clave es que la participación de la banca en relación al PIB, apenas llega al 30%; por lo cual, el mercado financiero mantiene volúmenes secundarios y no llega a contagiarse con los vaivenes del mercado financiero mundial.
Otro elemento interesante es que a pesar de que la mayoría de las inversiones extranjeras en México se realizan en el mercado bursátil, sin impacto en la economía real; las inversiones mexicanas, por el contrario se centran en el ámbito de la producción y de la economía real.