Son los efectos menos comentados de una crisis que se intenta atajar a través de la presión a las economías domésticas. Los problemas de España los están pagando los españoles y así, durante el primer trimestre del año en curso, casi treinta mil españoles han tenido que abandonar el país en busca de mejor fortuna.
La cifra, 27.004 personas, representa más del doble de los emigrantes que se registraron en el mismo periodo de 2011, cuando en estas fechas ya se habían contabilizado 13.000 emigrantes, según los datos oficiales del Instituto Nacional de Estadistica (INE), que dejan bien claro que la emigración continúa creciendo en nuestro país y que, además, sigue aventajando al número de inmigrantes.
Los datos del INE no hacen más que presentar una de las caras que la actual situación ha supuesto para el conjunto de la sociedad española, si bien esos datos no se ajustan al número real de emigrantes, ya que en esas cuentas no se incluye el porcentaje de emigrantes que dejaron el país y no se fueron con contrato de trabajo y tampoco se inscribieron en sus respectivas secciones consulares al llegar al estado de destino, por lo que la cifra se estima mayor.
Según los datos de población total, España mantiene su índice a la baja desde hace meses, fomentado por el retorno de inmigrantes a sus lugares de origen, debido al empeoramiento de sus condiciones de vida en España, y la subida del número de españoles que necesitan encontrar un empleo y han de buscarlo fuera de nuestras fronteras.
A pesar de los durísimos ajustes con los que el Gobierno de la nación cumple los dictados de Europa y el sobrepeso en las espaldas de los españoles de clases menos favorecidas, la economía no sólo no reacciona si no que el castigo de los mercados y la desconfianza se siguen cebando e intentando que el país se sitúe al borde del rescate.
Imagen: Wikicommons
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