Miedo. El miedo ha sido siempre el gran aliado de quienes no han podido convencer con razones y han debido imponer sus modales por la fuerza. En Europa, desgraciadamente también en España, sabemos mucho de eso. La historia nos regaló un siglo XX terrible, que nacía con el estallido de la Revolución Bolchevique en rebeldía contra los desmanes de un imperio zarista preocupadísimo por sus huevos de oro de Fabergé, mientras los hijos de los campesinos se morían de hambre como chinches. Poco más eran para aquellos gobernantes que acabaron corriendo una suerte criticable pero no incomprensible. Un padre desesperado es capaz de todo. Es la vida.
Los días de la convulsión del Viejo Continente continuaron con un período aún en la mente de muchos supervivientes, de 1914 a 1945, entre guerras y matanzas, campos de concentración, asedios, torturas, el fortalecimiento de las ideologías fascistas, la represión y la locura; una locura que en España continuó 40 años más, como triste y espantosa reserva espiritual de occidente.
Europa está acostumbrada a las luchas intestinas y España… también.
La economía tiene mucho que ver con estas cuestiones, baste hacer un poco de repaso histórico y desde siempre esclavismo y posterior guillotinazo sólo obedecen a un proceso de usura que hoy podríamos traducir libremente como especulación financiera. Así la banca del siglo XXI, el famoso Financial Stablishment, ha campado a sus anchas por la solariega Unión Europea que, con el falso mito de la unificación de Estados y el glorioso envoltorio de Civilizaciones Aliadas, sólo ha escondido otra forma más de especular y saquear de la manera más obscena posible.
Se ha mentido a los pueblos asegurando que el sistema financiero estaba en peligro, que la moneda única se iba al garete y que esto era la hecatombe de la Unión Europea. La idea se veía reforzada por el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional, estamentos que han conseguido instalarse en el imaginario colectivo como instituciones para la defensa de los intereses colectivos y que pocos se atreven a desenmascarar y ofrecer de ellos la definición que realmente merecen.
Esas… instituciones, no son más que los representantes de esa banca y ese sistema financiero. No han surgido para defender los intereses de las economías domésticas y mucho menos el de los ciudadanos. Están ahí para defender a los bancos y esa es su única tarea.
Bajo la dirección de la cara europea más capitalista desde aquellos tiempos de guerras, la canciller alemana ha presionado hasta dejar arruinada a toda Europa. Bajo el marchamo Panzer-Merkel, los ciudadanos europeos sufren las consecuencias de este tornado que, unido a los grandes especuladores financieros y agresivos brokers, nos acorralan y sacrifican esperando que les caigan sus rollizos beneficios; porque hasta muertos valemos más que vivos.
Nos mandan a la ruina y ellos cobrarán los jugosos dividendos de los seguros contratados en previsión de una caída que ellos mismos nos han programado.
Así, nuestro Gobierno, como absurdo borreguito que se encamina hacia el matadero, sigue al pie de la letra con las consignas dictadas desde esos proveedores de ideas globales y, a pesar de que las barbaridades que aprueban ni siquiera se justifican con una mejor bonanza de la economía española, encima nos amenazan y atemorizan. Volvemos a ser la reserva espiritual de occidente.
Han decidido meter el miedo en el cuerpo, prohibir hasta la resistencia pasiva, la más noble de las resistencias y a veces la más inservible. Pero así, asustado, el pueblo es más fácil de dominar. Nadie concibe en el siglo XXI otra dictadura en un país como España, pero ¿qué otra cosa es esto si no? ¡Un país a punto de ser asesinado a cambio de dinero!
Foto: Losmundosdemou.com
LuisHP says
Imagino que Ghandi, con su política de resistencia pasiva a la autoridad y su defensa de la no violencia, sería hoy y aquí, el primero en ir a la carcel.