Las elecciones celebradas en Grecia y Francia han puesto hoy de manifiesto los bandazos de los electorados europeos, intentando capear los vendavales de la crisis. Así en Grecia la fragmentación ha sido la protagonista, como ya se aventuraba. En Francia las predicciones también se van cumpliendo y en los primeros momentos de escrutinio el candidato socialista ya tenía casi el 51% de los votos y Sarkozy reconocía su derrota deseando suerte a un François Hollande, que ha pasado de ser el patito de goma de la política francesa al terror de los conservadores y la gran esperanza de las economías domésticas europeas.
El político francés efectivamente no lo va a tener nada fácil, porque tiene entre otras cosas la confianza de un pueblo francés que exige el mantenimiento de su estado de bienestar, la joya de la corona de la Republique. Ello obliga al socialista a enfrentarse a la ultraneoliberal Angela Merkel y abanderar políticas sociales que se alejen de la austeridad y los recortes, algo que sin duda beneficiaría a los países periféricos de la Eurozona y por ende a los llamados PIGS (Portugal, Italia, Grecia y Spain), obligando a que se le de un respiro a la asfixiada y exigua economía doméstica de los ciudadanos de estos países.
En Grecia, las políticas merkelianas y los designios del BCE y el FMI han hecho que la desesperación del drama griego se vea en las urnas. Un parlamento fragmentadísimo, sin mayorías viables, ofrecen una visión del arco parlamentario en los que la extrema izquierda de SYRIZA se ha convertido en el segundo partido del país, detrás de los conservadores de ND y adelantando al propio PASOK.
Así nuevas agrupaciones, incluso una posible formación neonazi, estarán representadas en el parlamento de Grecia, aunque Venizelos, el lider de los socialistas, ha solicitado un gobierno de coalición entre todos los partidos favorables al rescate y a la Troika, algo que los griegos no estarían muy dispuestos a aceptar.
Imagen: Euronews