¿La táctica del terror ha funcionado? ¿Los griegos desean seguir en el euro? ¿Al fin tiene Grecia lo que se merece?… Son preguntas que, con el paso de los días, podremos ir analizando. Pero a estas horas de la madrugada, lo único que podemos afirmar con rotundidad es que la derecha de Nueva Democracia ha ganado las elecciones griegas.
Europa vivía pendiente de un contencioso electoral que parecía estar servido a favor de la coalición de izquierdas SYRIZA. No obstante, durante toda la campaña, las voces más conservadoras de la economía mundial, incluida como no podía ser de otra manera la de la todopoderosa Alemania merkeliana, han intentado sembrar el miedo y el fatalismo, para intentar modificar la intención de voto de los griegos y volver a ese concepto bipartidista, del que tanto sabemos también en España.
Ahora, el líder de Nueva Democracia, Andoni Samarás, quien presumiblemente formará Ejecutivo con la ayuda de los socialistas del PASOK, pide un gobierno de consenso. SYRIZA se niega a participar en el destino de Grecia, junto a aquellos que defienden el terrible rescate que está llevando a Grecia a la ruina más estrepitosa de su historia.
Para muchos la actitud del candidato de SYRIZA, Alexis Tsipras, resulta radical y poco apropiada. Sin embargo, ¿cómo se puede consensuar la gobernabilidad de un país con los responsables de llevar a los ciudadanos a la miseria?
Como en España, quien gana las elecciones o quien gobierna, puede que tenga el derecho (moralmente muy cuestionable) de emprender las medidas que quiera a costa de lo que sea, enarbolando la estúpida idea de que las mayorías siempre tienen razón. Pero de ahí a querer compartir la responsabilidad de sus actos con otros… eso es harina de otro costal. Llévennos a la ruina, pero háganlo bajo su propia y única responsabilidad.
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