De nuevo le toca a Moody’s, una de esas agencias de calificación crediticia que hace unos años entraran en el juego más que sucio de cargarse todo el orden mundial. Lejos de perder su credibilidad, las agencias de rating continúan sentando cátedra y el mundo acata sus dictados, a veces auténticas necedades, y los convierte en realidad.
Ha llegado el momento de amenazar a la omnipotente Alemania de Merkel, esa delirante valkiria al servicio del más fiero individualismo germánico que ya hemos sufrido en otras épocas de la historia. Pero no escarmentamos. Cada x años, el espíritu pangermánico, que no alemán, amenza al mundo con una guerra. En el día de hoy esa III Guerra Mundial se está librando en los mercados y no por ello el resultado es menos fiero.
La Europa arrasada del siglo XXI se traduce en un hundimiento de la Unión Europea y el saqueo de los países del euro. ¿Pero quién se beneficia de esto? Los mismos que un día decidieron que lo mejor era una Europa económicamente unida, los que defendieron la Europa sin fronteras, los que vocearon los beneficios de una moneda única, los que…
Ahora los intereses han cambiado y el orden mundial (el dinero) debe ser colocado en otros mercados que apuntan más prometedores (China, India…) y el sueño de la vieja Europa ya no vale ni un centavo y digo centavo porque aquello del imperialismo y los USA tampoco ha perdido vigencia. Curioso es que Moody’s y sus primas calificadoras sean norteamericanas.
¿El papel de esa Alemania que hoy amanece amonestada por la posible rebaja de su solvencia? Pues el que ha querido su canciller, una teutona sin bigotillo pero igualmente delirante, que se conforma con calzarse las botas y pasearse vestida de cuero negro y algún que otro pin deleznable en la solapa.
Por cierto, en España también tenemos nuestras propias figuras. Triste y patético el papel del ministro de Economía, Luis de Guindos; antaño asesor de Lehman Brothers y hoy suplicante plañidera de ayuda del BCE.
Imagen: Thibaut Soulcié