El turismo vuelve a perfilarse como el flotador de la economía española. Analizados los datos de lo que va de verano se ha puesto de manifiesto que los turistas internacionales se han dejado en nuestro país un 8% más de dinero que en campañas vacacionales anteriores. Traducido en dinero eso significa que, por término medio, el turista de fuera ha gastado en sus vacaciones en España unos 100 euros diarios.
La buena noticia, si es que a alguien se lo parece, deja de serlo en cuanto se agudiza el ojo y se echa un vistazo alrededor. Entonces vemos un verano un tanto extraño, con las hamacas vacías, los chiringuitos despoblados y un buen número de veraneantes con el ‘tupper’ y la tortilla. Esa es la realidad del turismo nacional, mientras que el internacional puede gastar más dinero en nuestro país, porque empezamos a ser de nuevo ese país simpaticote en el que se come de maravilla y se beben buenas copazas por una miseria.
Desde luego eso solo puede hacerlo alguien que llega de otros lugares de Europa, quizá Alemania, Reino Unido, hasta la propia Francia, donde el salario mínimo no es de 600 euros y una cuarta parte de la población activa no está en el paro. Es una pena que España vuelva a ser aquel acaudillado país en el que con una sonrisa se arreglaba el verano, mientras la población veía al resto del mundo disfrutar de las bondades de su tierra sin poder catarlas. Tercer mundo, me parece que llaman a eso… o Europa de segunda velocidad.
Imagen: El Marginado