Parece que todo vale en estas últimas boqueadas de un mundo, que a fuerza de corrupción y desatino, está labrando sus últimos momentos de una era. Así, un tecnócrata italiano reconvertido en Primer Ministro, se convierte en el heredero de aquellos rematadores de antiguos imperios (como el romano), que trataron a sus gobernados como auténticos estúpidos.
De este modo, el político magnánimo, regala un puente feliz al vulgo. Otra cosa no, sería demasiada bondad, un rastro de compromiso, un atisbo de solidaridad… Es preferible la cal y la arena: Cal viva y arena para enterrar.
En España sabemos mucho de eso, aunque aquí la única alegría que regala el presidente del Gobierno es fútbol, goles y toros; para quien se deje alegrar con esos tercios. De todas formas, sin puente y desgraciadamente, los españoles también nos codeamos con nuestros vecinos italianos en ese limbo de estupidez a la que nos destierran nuestros Gobiernos.
Imagen: Alterglobalización