Hoy se da como noticia lo que, desde hace mucho tiempo y degraciadamente, no lo es. El desplome del consumo de los españoles está empeorando significativamente la caída de la economía española. Pero si no hay para comer, cómo va a haber para comprar. Ese sería el análisis económico más rápido y simple que cualquiera, sin necesidad de estudios ni formación, podría realizar en apenas un par de segundos de lógico razonamiento.
Sin embargo, ese mismo lógico razonamiento se le presupone ausente al no menos evasivo presidente del Gobierno. Los ‘ajustes’ de Mariano Rajoy están conduciendo a la hecatombe de las economías domésticas, lo que a la postre se traduce en un empobrecimiento de los ciudadanos y el mayor impedimento para estimular la economía.
Por si al presidente del Gobierno no le ha quedado claro, lo que la calle le grita desde hace meses, el Instituto Nacional de Estadística lo ha traducido en cifras y el PIB de España se ha descabezado otro 0,4% en el segundo trimestre de 2012. La recesión está engordando y ha subido al 1,3% o, lo que es lo mismo, tres décimas más de lo previsto hasta ahora.
Para un líder que basó su labor como jefe de la oposición y su posterior campaña electoral para ser elegido presidente, exclusivamente en la falta de capacidad de otros gobernantes, mientras su partido poseía las soluciones para terminar con el problema en seis meses, las cifras llegan a ser lo suficientemente espantosas como para que, con un poco de decencia, coherencia y honestidad, se vaya a su casa a ver los toros y el fútbol y deje a los españoles salir de la crisis.
Imagen: La web del periodista erudito