Por fin alguien se atreve a poner el dedo en la llaga y a llamar a las cosas por su nombre. Ante tanto desastre y tan poco éxito de la política pangermánica que está llevando a la Unión Europea al más estrepitoso de los desastres, el financiero húngaro George Soros, nada sospechoso de izquierdoso o globalizador, ha sido el primero en tirar de las orejas a Alemania y exigirle que decida si quiere liderar la zona euro, con una buena dosis de talante solidario, o por el contrario guarda su dinero y abandona el euro.
Soros conoció la Gran Depresión, ayudo al sindicato de Lech Walesa, posee un consolidado pasado como especulador financiero y una de las personas más ricas del mundo. Sin embargo, el paso del tiempo le ha convertido en uno de esos filántropos que gustan de la filosofía y de ayudar a consolidar una sociedad abierta.
Acabó pagando grandes sumas para mandar a su casa a George Bush y en la actualidad apoya al presidente norteamericano Barak Obama. No podemos negarle una personalidad… al menos liberal.
El rico filántropo no ha dudado en echar mano de toda su experiencia para señalar que ni el mismo Keynes emplearía hoy sus métodos ante la crisis que nos azota y que, además, no confía nada en el euro. No porque le parezca mal, al contrario. Para George Soros, al moneda única se va al garete por los errores de líderes como la canciller alemana, quien precisamente por ser la cabeza visible del estado más fuerte de Europa, debería mirar también por los intereses de los países periféricos y no solo por los de Alemania.
De este modo, el viejo millonario ha dejado claro que el mayor error que está comentiendo Alemania es la de permitirse ganar unos puntos básicos más a costa de las economía de países como Grecia, Portugal o España. Para Soros está claro que Merkel está dividiendo a los países con problemas para que no hagan un frente común contra su política. Por lo tanto, tal vez sea este el momento de aprovechar y decirle a Merkel que es ella quien sobra en el euro.
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