El ‘Financial Times’ ha advertido en sus páginas de la posible ruptura de España, a través del multitudinario clamor independentista de Cataluña. Todo, según se desprende de lo analizado por el periódico, porque los catalanes aportan más al conjunto del país. ¡Qué análisis tan simplista! Puede que Cataluña y País Vasco, por ejemplo, sí que sean dos de las ‘regiones’, como gustaría llamar a los más patrioteros, que más aportan al estado español. Sin embargo, sería estúpido pensar que un grupo de ciudadanos quisiera segregarse por ese hecho.
Yo, que no soy catalana, ni vasca, ni gallega, ni siquiera independentista (más que nada porque nacer en uno u otro sitio me parece algo circunstancial y me siento ciudadana de cualquier lado y de ninguno) veo el tema un poco más profundo que el somero análisis realizado por el prestigioso periódico.
Creo que, como en otros momentos de la historia de España, cuestiones sin resolver desde los católicos Fernando e Isabel, tan unionistas como la propia Cospedal, por poner un ejemplo; han hecho que partes esenciales de este Estado español, sean culpabilizadas siempre de todos los males habidos y por haber y que se eche mano de rencillas casi medievales, para exacerbar el odio y la animadversión porque… divide y vencerás, que diría César.
En tiempos convulsos y conflictivos, llenos de problemas y carencias, donde el día a día se hace muy cuesta arriba, el dinero falta y las carencias nos vuelven inseguros, esgrimir ese arma para tapar la falta de capacidad de un Gobierno o estimular la antipatía para negociar es, sencillamente, execrable.
Lo que representa Rajoy nunca me va a hacer odiar a un vasco o a un catalán; lo que representa Mas, jamás me hará creer que busca lo mejor para Cataluña; Euskadi formará siempre parte de mí y despertará mi simpatía, al margen de lo que decidan los vascos… Pero echar mano de ETA para ocultar ineptitudes gestoras y auténtico terrorismo contra el Estado de bienestar; usar una protesta catalana, en contra de un tipo de España con la que no estamos de acuerdo casi ningún español de a pie; o encabezar la Didada para conseguir pactos de financiación…
¡Qué bochorno! ¡Visca Catalunya, Gora Euskadi, Viva España… si es que tienen que vivir y oigamos las voces de todos. Dejen de utilizarnos! Las autonomías deberían prosperar hacia un Estado Federado, donde se respete la diversidad y la unión por convencimiento y no por obligación. Huyamos de un deseo que, por ser defendido hasta por Angela Merkel, aún huele más a naftalina. No, no se puede acabar con las Comunidades Autónomas. Al igual que con la Constitución, tenemos la obligación de repararlas y mejorarlas y quien no lo quiera así será el que sobre.
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