Hace mucho, pero que mucho tiempo, que algunos somos tachados de ‘antisistema’, ‘reaccionarios’, ‘revienta-estados-del bienestar’… incluso llegan a llamarnos ¡utópicos!, como si inspirarse en la autopía fuese algo parecido a cocerse en un estado de lelez permanente, como los bobos tocanarices que se pasan el día mareando a las mismísimas moscas cojoneras.
A esa conclusión llegan millones de personas que, pastoreadas por unos pocos ‘terratenientes’ del siglo XXI, conducen al rebaño a un punto de absurdez que les incita a comerse a las ovejas en vez de enfrentarse al lobo, casi como si ellas mismas se creyeran lobitos… las pobres.
Uno de esos pastores podría muy bien ser nuestro ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, que ha pasado años y años disfrazado de corderito para algunos, aunque también dicho de paso solo para aquellos que no pedían que les enseñara la patita por debajo de la puerta, porque al señor Gallardón siempre se le han visto los afilados colmillos y las zarpas peludas; acuérdense del agujero negro en el que ha dejado sumidas las cuentas del Ayuntamiento de Madrid o el hecho de que dejase de sucesora como alcaldesa a una ‘legionaria de Cristo’ o a Ana Botella, que para el caso…
De todos modos no se puede negar al ministro de Justicia su dominio del dimorfismo moral, que ya decía alguien que una de sus frases de cabecera era aquella de que hay que casarse con el ABC y acostarse con El País o algo muy parecido, que bien podría resumir cuanto quiero decir desde el principio.
Para mí, aunque haya empleado montones de horas en camuflar su identidad, Gallardón siempre me ha parecido un político capaz de cualquier cosa con tal de ser ministro… y ahí lo tenemos, haciendo gala de su educación jesuítica y ostentando principios opusdeísticos contra el aborto, la libertad de la mujer o igualdad de todos los ciudadanos, más propios de su suegro, un ministro franquista y secretario del Movimiento Nacional.
El falangista Utrera Molina, abuelo de sus hijos, estaría muy orgulloso de su yerno y de los esfuerzos que ha hecho para cargarse de un plumazo un sistema igualitario de Justicia para todos y que lo acerca más al significado de antisistema, reaccionario y revienta-estados-del bienestar de lo que muchos podamos estarlo jamás y ahora, créanse las sonrisas del lobo, sobre todo cuando les toque votar.
Imagen: Muscana.com