Las cotizaciones bursátiles han subido, en el último semestre, un 50%. La prima de riesgo, que sirve para medir la confianza de los mercados financieros en nuestra deuda soberana, está en niveles del pasado mes de marzo, antes de que Bankia se colapsara y tuviera que ser intervenida por el Estado.
Desde agosto, los inversores internacionales están comprando deuda pública de nuestro país y cada subasta que organiza el Tesoro, consigue vender los bonos a un menor interés que en la subasta anterior. Las grandes corporaciones consiguen financiación privada a unos tipos de interés mejores que los que alcanza el Tesoro y parecer ser que la incertidumbre sobre el futuro de nuestra economía y su posible rescate han pasado a un segundo plano de la actualidad.
Por otro lado, las exportaciones de nuestras empresas siguen mejorando sus cifras y la economía, en términos globales, ya no necesita financiarse en el extranjero al poder hacerlo con inversores nacionales.
Pero todas estas buenas noticias no consiguen terminar con la destrucción de empleo y nuestro país ya supera los seis millones de personas sin trabajo, cifra que alcanzó en 2012. El consumo interno está por debajo del nivel mínimo jamás conocido, el pequeño comercio reduce sus ventas en un 8% y el mercado automovilístico español redujo sus cifras en un 21%, con datos del 2012, a pesar del éxito del plan PIVE. Por si esto fuera poco, los créditos a las empresas bajaron un 4,8% y el consumo de cemento, muestra clara de la evolución del sector de la construcción en España, cayó un 29% en el pasado año.