La marea blanca ve como se ensucian las batas de nuestros sanitarios con el carbón negro de Melchor, Gaspar y Baltasar. Mientras, los camellos han suministrado otra dosis de miles de euros a los bolsillos de un señor que anda compareciendo ante la Audiencia Nacional por el caso Bankia. Se ve que las alforjas solo tenían espacio para dar dinero a gente dudosa, porque los pobres continúan parados, desahuciados y a pocos días de quedar sin subsidio.
Telefónica ha sido de nuevo la puerta de Alí Babá por la que Rato entra a formar parte de una cueva por la que ya pasaron Iñaki Urdangarín, Eduardo Zaplana y distintos cargos de la época Aznar. Claro que no son los únicos porque, como decía hace poco un medio de comunicación, Telefónica se ha convertido en el cementerio de elefantes políticos, en los que acaban descansando, con holgada paga, políticos bicolores de ese bipartidismo español que ha gobernado el Estado: PP-PSOE.
A los que mandan les da igual si los ciudadanos abuchean, se prenden fuego, se arrojan por la ventana o revientan. Ellos ponen todo su empeño en ese afán privatizador, que una puede llegar a comprender con solo decir que Telefónica fue una de las grandes privatizadas por José Mª Aznar y ya vemos cómo les ha ido a una buena colección de políticos, tocados por el agradecido César Alierta, presidente de la compañía.
Imagen: Eljueves/Gatossindicales
Fernando Sande says
Rodrigo Rato se ha equivocado con rotundidad y ha dejado de ser ese mito de buen y eficiente gestor