La realidad de miles de niños españoles es que han de acudir al colegio en agosto si quieren recibir un plato de comida. Son los hijos de tantas familias a las que la crisis, el desempleo y los recortes han dejado sin ingresos o con sueldos miserables que apenas llega para pagar el alquiler.
Los primeros en dar la voz de alerta fueron los propios profesores, que comenzaron a observar cómo algunos alumnos se desvanecían en clase por falta de alimento. Han pasado unos meses y lo que parecía una anécdota macabra, se ha ido consolidando como la más dura realidad de una España muy mal gestionada económicamente y cuyos pasos encaminados a salir de la crisis está agotando los recursos de los ciudadanos hasta condenarlos a la exclusión social.
Hoy, distintas Comunidades Autónomas, se han visto obligadas a poner en marcha un plan escolar de verano, con el fin de garantizar a los niños un plato caliente para comer. Bajo la apariencia de talleres de inglés se camufla la crudeza de una campaña que atiende a 12.000 menores de 14 años, sólo en las Islas Canarias.
Lamentablemente el hecho no afecta sólo a esta Comunidad y Andalucía, Extremadura, la Diputación de Valencia y Ayuntamientos como el de Barcelona, Amposta o Tarragona se han visto obligados a intervenir para poner frontera al hambre de nuestros pequeños, cuyas familias, además, han visto recortadas las ayudas de becas para comedor entre un 30 y 40%.
Imagen: elpais