Como podéis apreciar en la imagen se trata de una casa con paredes de arena mezclada con arcilla, paja y estiércol de vaca y techo de madera cubierto con paja… Vamos, como las de antaño o las que podemos reconocer al viajar por recónditos parajes africanos.
Sea como sea, es una casa que dispone de habitación, cocina, comedor, letrina en el exterior, agua procedente de un manantial cercano. Básicamente todo lo que se necesita para poder vivir en ella. Lo único que le falta es electricidad, pero dispone de una estufa de leña que le proporciona el calor necesario para no pasar frío. Ah, casi lo olvido, a modo de nevera dispone de un pozo a la entrada que mantiene a la perfección los alimentos.
Esta es la obra de Michael Buck, exprofesor de 59 años, cuyo objetivo es claro a la vez que simple y llamativo: “Una casa no tiene por qué costar un ojo de la cara, solo se necesita la tierra para construir” []”Quise desafiar a las hipotecas, demostrar que las personas no necesitan trabajar toda su vida para pagar un préstamo. No hay que pagar grandes cantidades de dinero por una casa, todo lo que necesita es un terreno para su construcción”.
¿Qué os parece? ¿Ha conseguido el señor Buck su objetivo? Por mi parte únicamente os diré que un granjero vive en ella por un alquiler que corresponde a litro y medio de leche al mes.
Imagen: actualidad