La crisis económica que atraviesa España desde 2008 ha echado al traste los índices de convergencia con la media europea, un logro que habíamos alcanzado en la primera década del siglo XXI:
Eurostat, la agencia de estadísticas europeas, publicó ayer que la renta por habitante en 2012, el índice más revelador para conocer si estamos más cerca o más lejos de los indicadores europeos se ha reducido en España hasta quedar al 96%, cuando los datos anteriores hablaban del 97%.
El retroceso puede ser pequeño, pero nos retrotrae a la situación que vivía España en 1998, cuando aún no existía el euro. Desde la llegada de la moneda única la financiación de nuestras empresas y familias ha sido más fácil y más barata, lo que nos acercó a Europa de una forma rápida. Incluso, en 2002, nuestra renta por habitante era mayor que la media comunitaria, una situación que en 2007 hizo pensar al Ejecutivo socialista que podríamos llegar al nivel de Francia, pero que quedó frenado en seco con el estallido de la burbuja inmobiliaria y la crisis financiera.
Por si fuera poco, el propio Gobierno español junto con la Comisión Europea, no espera una mejora de la situación en esta materia. El Producto Interior Bruto español se reducirá este año un 1,3%, mientras que en el conjunto de Europa permanecerá estancado. El único dato positivo de todo esto es que, al bajar la población en España por la fuga de cerebros, nuestra diferencia con Europa se reducirá, ya que la renta por habitante total se repartirá entre menos personas. Las mismas fuentes coinciden en afirmar que la tendencia mejorará a partir del año próximo.