Alexander Dobrindt, ministro alemán de Transportes, presentó hace unos días un plan por el que los vehículos extranjeros que circulen por las carreterass del país deberán pagar un peaje a partir de 2016, medida con la que esperan recaudar anualmente 625 millones de euros.
El importe de dicho peaje dependerá del tamaño y la antigüedad del vehículo, de la potencia de su motor y de su nivel de contaminación. El pago vendrá dado por la compra de una serie de tarjetas, verdes, amarillas o rojas, en función de las características concretas del vehículo. Los tramos cortos y aquellos vehículos que solo circulen una vez por las carreteras alemanas podrán beneficiarse de una serie de descuentos.
Dobrint ha calculado que el importe recaudado por este peaje, durante el transcurso de una legislatura, alcanzará los 2.500 millones de euros, dinero que será destinado al mantenimiento de esas infraestructuras de transporte.
Los más reacios a esta propuesta son los países vecinos a Alemania, en especial Austria y Holanda, ya que consideran que con este peaje se restringe la libertad de movimientos existente dentro del territorio de la Unión Europea.
Doris Bures, ministra austriaca de Transportes, ha amenazado con llevar a Alemania al Tribunal Europeo de Justicia si pone en marcha el peaje a los conductores extranjeros, ya que 1.800.000 ciudadanos austriacos podrían verse perjudicados por esta medida.
En el mismo sentido, Mike Pinckaert, portavoz de la asociación de conductores de Holanda, ha señalado que la medida que piensa implantar Alemania será secundada por otros países comunitarios, pervirtiendo el espíritu europeo de libre circulación, quedando amenazada la libertad de movimientos que existía hasta ahora.
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