La situación económica europea es decepcionante. Italia está en recesión, Francia estancada y Alemania, tras crecer en el primer trimestre del año, ha perdido fuelle desde abril, aunque aún no ha entrado en recesión. Para nuestro país la situación no es mucho mejor. El Gobierno vende una recuperación que nadie ve en la calle y la deuda pública está casi en el 100% del Producto Interior Bruto.
El continente necesita crecer con urgencia, y de manera interna, ya que en la situación actual no podemos pensar que la recuperación va a venir de Estados Unidos, China o las economías emergentes.
La solución pasa por estímulos fiscales a nivel europeo. Los países de la Unión Europea tienen una deuda cercana o que supera su Producto Interior Bruto y no pueden financiarse como quisieran sin temor a un fuerte aumento de la prima de riesgo.
Es el momento de recuperar la idea de los eurobonos. La Unión Europea, como ente supranacional, no tiene deuda y no necesita recurrir a subidas de la presión fiscal para reducir su déficit público.
La solución es que los eurobonos fueran comprados por el Banco Central Europeo como estrategia para combatir la actual bajada de precios y el estancamiento económico y que al mismo tiempo permitieran depreciar la moneda única.
El problema actual es que las empresas y las familias no pueden invertir y consumir ya que las deudas lastran su actividad, por lo que la demanda interna está por los suelos. Estas deudas deben ser mutualizadas siguiendo premisas similares al plan Brady de los años 80, que solucionó la crisis económica que sufrían los países de América Latina durante la denominada Década Perdida.
Pero todo esto no será posible si no se logra convencer a Angela Merkel de la necesidad de tomar medidas urgentes, a la vista de la adulación que le venera el presidente Rajoy, el interés del primer ministro italiano en imitarla y en el desinterés francés por este asunto, a la vista de los problemas internos que padece Hollande.
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