Si bien ningún portavoz de algún organismo europeo lo ha expresado a título propio, sí lo han dejado correr como rumor entre las agencias de noticias: las cifras españolas no cuadran. No es un gran descubrimiento, pues en España muchos lo teníamos relativamente claro. Pues se hablaba de un déficit del 6% para terminar el 2011; la Unión Europea reajustaba la cifra y esperaba un 6,6%; pero el gobierno de Rajoy en las primeras semanas hablaba de “índices cercanos al 8%” y algún ministro se improvisaba un 8,3%.
Más allá de que sea una medida comunicacional para luego decir que a pesar de que las metas de reducción subieron dos puntos, lo que equivale a doblarlas, de todos modos el gobierno cumplió con la meta de déficit, o que el incumplimiento suene más suave. Lo que efectivamente está claro es que no hay cifras oficiales y que además los presupuestos se han retrasado hasta marzo. Pero éstas no son las únicas cifras que no cuadran.
Si se observan las deudas de España, Portugal, Grecia, Italia e Irlanda, que en los medios parecen ser los culpables de esta crisis, las cifras cuadran aún menos; toda vez que se sigue manteniendo la tesis que el déficit fiscal y la deuda pública han hundido los mercados. Las deudas totales, según análisis más bien críticos que optimistas fijan la deuda Griega en cerca de 260 mil millones de euros, España está cerca del billón, Italia se acerca a los 400 mil millones, Portugal a los 200 mil e Irlanda está cerca de los 150 mil millones de euros.
Es decir, la deuda conjunta de estos países está cerca de los 2 billones de euros; y sin embargo, desde el 2008 los fondos traspasados a los bancos en toda Europa superan los 5 billones de euros. Evidentemente estas cifras no cuadran, especialmente si se piensa que los rescates a los presupuestos fiscales están llenos de exigencias de recortes, despidos y privatización. Sin embargo, las exigencias a las entidades financieras destacan por su ausencia.
La reforma financiera española que está próxima a ser aprobada en el parlamento asegura un fondo de rescate a las entidades financieras de 50 mil millones de euros, es decir, algo menos de la mitad del fondo de rescate que hoy tiene a Grecia en llamas. Hay muchas cifras que no cuadran, el mayor derroche de Europa no ha sido ni el Estado de Bienestar, ni los funcionarios públicos, ni el sistema de pensiones; sino las entidades financieras privadas a las que se ha tenido que subvencionar en forma permanente y progresiva desde hace casi cinco años, con montos que equivalen a un tercio del PIB conjunto de Europa.
El problema general de la política de deuda europea es que se ha orientado a mitigar efectos y no causas.