Mientras en Madrid, en un gesto bastante populista y por demás demagógico, Ana Botella se “solidariza” con los madrileños y, después de pedirles “voluntariado” en lugar de bajarse el sueldo, les fracciona el pago del IBI para que los contribuyentes puedan hacer frente a la contribución municipal hasta mensualmente, adaptando sus pagos a las visicitudes de cada economía doméstica (habría que recordarle a esta señora que los 5,5 millones de parados y los que cobran el nuevo salario mínimo interprofesional tienen poco margen de adaptación); mientras, digo, la Iglesia española continúa exenta del pago por los miles de inmuebles que posee en toda España y que no tributan.
En este caso, hasta el propio gobierno italiano ha modificado su ley para que el mismísimo Vaticano comience a pagar el impuesto, que allí se llama ICI, por tantos y tantos edificios que no sólo se dedican al culto: Conventos-hosterías, colegios católicos, oficinas realquiladas, universidades, naves en las que se instalan negocios… Una situación que, por supuesto, también se da en España.
Sin embargo, aquí somos más papistas que el Papa y donde Mario Monti ha tenido los bemoles de meterse, a Mariano Rajoy se le congelan y mira para otro lado, que digo para otro lado, con lo contento que parece en los actos que preside Rouco Varela y los que él mismo encabeza: a saco contra el matrimonio homosexual, la dichosa misa de la familia, al carajo con “Educación por la ciudadanía”, cruzada contra el aborto, nada de píldora del día después…
Mientras tanto, los obispos de este país, como bien “reza” hoy en la edición de Público, “se lavan las manos” en eso de contribuir pagando el IBI y afirman que la situación de la iglesia española es muy diferente a la de la italiana, porque aquí la “sagrada” institución está amparada por la Ley de Fundaciones, que protege a aquellos colectivos que ayudan al ¿desarrollo social? ¿Cómo, poniendo la mano para llevarse miles de millones de euros anuales de las arcas públicas y pidiendo que paguen otros sus asuntos? ¿Acaso no es el momento de empezar a practicar eso de la caridad cristiana y echar una manita a un país que no tiene ni para limpiarse los mocos?
Como decía hoy alguien en internet, la iglesia se lava las manos con demasiada asiduidad, en un acto más romano que el del propio Pilatos y tan farieseo como el del mayor usurero.
Imagen: Kuentochinos