La OCDE recomienda reformas estructurales, el BCE presiona por el déficit Fiscal, el FMI piensa que la senda asumida es adecuada pero que debe profundizarse, las agencias rebajan la calificación de… Este tipo de afirmaciones pueden hoy encontrarse por cientos en la prensa. Lo que muestran de fondo es que hay una suerte de institucionalidad internacional, que orienta el camino económico general y que lo hace a partir de ciertas convicciones teórico-económicas que considera acertadas. Honestamente es algo perfectamente válido que distintas personas e instituciones tengan convicciones teórico-económicas y que las consideren acertadas. Otra cosa muy distinta es afirmar un dogma e imponerlo a los países y las ciudadanías.
Toni Negri analizaba este fenómeno a comienzos de la década del 2000 y lo calificaba de una manera curiosa como una “lógica imperial”, distinta a los imperios antiguos, o a los imperialismos modernos; una lógica no dominada por un poder político; sino por una forma de racionalidad tecnocrática, donde este tipo de instituciones ejercen una supremacía global. De hecho es interesante esta perspectiva; pues la ciudadanía no ha elegido al director gerente del FMI, aunque cotidianamente tenga que sobrellevar las decisiones de tal organismo. Además, si se piensa en detalle, no es sólo que este tipo de organismos sea gobernado por expertos técnicos, pues no son cualquier tipo de expertos técnicos, no son por ejemplo ambientalistas, ni profesionales sanitarios, son economistas y sólo economistas que adhieren a ciertos principios económicos; es decir, son todo lo contrario a una forma de gobierno técnico, es la más alta expresión de gobierno ideológico que se presenta así mismo como técnico, y se impone, no como los viejos imperialismos, por la fuerza de las armas, sino por la presión a las economías nacionales.
banca privada. Lo que Negri planteaba hace una década no deja de tener sentido, mientras observamos como España y otros países europeos se convierten en colonias de los organismos internacionales y los mercados financieros. Una colonización económica, que ha dejado de ser sutil y ante la cual la clase política parece haberse entregado.